Atribulado en exceso
diría yo
que me encuentro,
tantos días,
tantas noches,
con la vida parada
en el movimiento,
con ese frio polar
que desnuda el roble
y viste el suelo
del pisar descalzo
de mis anhelos,
encallecidos anhelos
de la cicatriz
de mi alma,
gélidos gritos,
que llamando a la calma
esperan el fuego
donde consumir sus ansias.
© Juan Carlos Saceda
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