Hay
parones de vida en los que el alma dormita desarropada y el frío irrumpe en sus
sueños con ausencia de palabras y de labios que las nombren, son palabras
enquistadas, yo las oigo porque las produzco antes de enterrarlas en el panteón
místico de las miradas, nunca verán más luz que la que ellas mismas irradian,
así conservarán su pureza, el silencio las ama…
© Juan
Carlos Saceda
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