Dejo una carta que ha llegado hasta mí envuelta en el anonimato…
Carta de despedida, que en realidad es un encuentro.
Un encuentro con mi sombra y con mi luz.
Quiero guardar en terciopelo los dulces recuerdos, maquillar el llanto,
tragarme la saliva de la rabia, guardar como una estampa en mi memoria la
imagen de lo más apasionado, y no olvidar, porque me niego, que un día fuimos
ángeles y demonios enredados.
Colonizaste mi tiempo, mi mente y mi corazón, cuando en realidad no tenía
espacio para ti.
Solicité ficticio un compromiso y me frustré de forma real ante la
negación.
En nombre del amor, me enojé y solicité más espacio y atención.
Ego tirano!!
¡Cuanta confusión, dolor y engaño!
Despedirme de ti con gratitud, deseo.
Despedirme de ti con gratitud por la lección.
Que un aroma dulce disfrace esta agonía.
Si era amor auténtico ¡no sé!
"Lo hemos enterrado vivo" dijiste certero.
Si, lo hemos enterrado.
Es tiempo de morir y perdonar.
Porque sólo aquello que muere y perdona puede renovarse.
(anónimo.)
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