Hurgando en la penumbra con los garfios ungulados del displacer se embarra el recuerdo y se coagula el amanecer como la sangre púrpura de los anhelos, el sol quema desde la misma lejanía que preña de vida el universo enviudando una noche esposa de un amanecer que yace muerto; las preguntas se enquistan sin responder y supuran lagrimas detrás del velo, el alma se encallece de tanto doler, el corazón se agrieta insensible y seco.
anjú
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