Me estaba comiendo la desesperación lentamente, ella me
clavaba los dientes a mi y yo le mordía el cuello a ella en pleno banquete, no
hubo aperitivo ni hubo que empezar solo rienda suelta y cabalgar por el mar con
el horizonte por jinete… mañana será otro día, me dije convencido, mientras,
sin ninguna prisa, fingía que vivía.
© jcs
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