En el callejón
de las almas
sin sueños
no hay entrada
ni salida,
no se nace
ni se muere,
no se expira
ni se inspira,
es el vació absoluto
en continua caída,
es lo que se llama vivir
con ausencia de vida,
donde el corazón
es sólo un músculo
que de latir se olvida,
donde la herrumbrosa sensibilidad
se oxida,
donde no hay momento
ileso de dolor
ni de franca agonía,
donde redunda mil veces
mordiendo lento,
el nunca amanecer
de la noche infinita.
© Juan
Carlos Saceda
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