Quería
haber empezado a escribir esta historia por el final, pero me he cansado de
esperar y como existe la posibilidad de que no acabe nunca he decidido comenzar
sin ni siquiera saber por donde, algo así como un ejercicio del destino, o un
juego del azar, o un divertimento para descubrir que tengo escondido dentro de mi mismo… es curioso esto del inconsciente, sabemos y no sabemos a la vez,
es como el instinto perdido en una memoria inexistente cuando eres consciente,
tan perdido a veces que hasta nos sorprende lo mucho que nos desconocemos o lo
poco que nos conocemos que al fin y al cabo viene a ser lo mismo, por eso
cuando alguien lo tiene tan claro como quiere hacernos ver, de repente a mi se
me vuelve oscuro, si las grandes mentes que hay y ha habido en este mundo
dudan, es la duda lo seguro…
Se me
vuelve a escapar el nudo de la susodicha historia, quizá no quiera ser contada
porque padece de timidez o de pánico escénico o tal vez sea una historia con
complejo de inferioridad y necesite tratamiento psicoanalítico para poder
afrontar su realidad…
Probaré
con psicología inversa: no quiero escribir, no quiero escribir, no quiero…
-Has venido
sin avisar para que no me escape verdad?
-Si quisiera
que no te escaparas te ataría
-Ahora que lo
dices para qué traes esa cuerda?
-Para que no
te esfumes cuando esté distraída
-No se, pero
tengo la sensación de que ya he vivido esto en otra ocasión, a veces me pasa…
-¿Cuéntame
cómo acaba?
-Mejor
descúbrelo tú, p á g i n a a p
á g i n a…
Fue
una casualidad con causa lo que nos acercó; una amiga común le habla de mí,
ella se apunta mi nombre mecánicamente pero con precisión, lo olvida un tiempo
pero le aburre el tedio de una vida estanca, en la que la monotonía copula con
la monotonía procreando más y más monotonía.
Con
la misma precisión que anotó mi nombre ahora lo teclea en el buscador de
Facebook y entra en mi perfil a la vez que sale de ella el aburrimiento,
observa mis fotos, lee mis textos, analiza mis comentarios, escruta mis gustos,
desconfía un poco de todo lo que ve y esa desconfianza de lo obvio desde la
clandestinidad la excita, desafiando a la monotonía que ha dejado de procrear
amenazada por la turgencia de sus pezones y justo en el momento que comienza la
fantasía a soñar nace la posibilidad desde el deseo y ella se deja llevar...
Yo
probablemente en ese mismo momento estaría deseando que algo así ocurriera, sin
ser consciente de que estaba ocurriendo, estoy convencido de que las historias
para que acontezcan tienen que estar engranadas desde el mismo momento en que
empiezan y que aunque nunca se descubra el motivo ni el verdadero comienzo la
sincronía es fundamental: el mismo giro, al mismo tiempo, por lo tanto, sin
lugar a dudas, estaba deseando que ocurriera lo que estaba ocurriendo.
(Continuó, os lo cuento otro día)
© Juan
Carlos Saceda
Juan Carlos, continúa, esto promete
ResponderEliminarEsperando continuidad. Besos.
ResponderEliminar