Se dieron
de frente en una esquina del destino que no dejaba ver el horizonte porque no
existía un más allá, aunque tampoco moría el tiempo…
los minutos eran horas,
las horas días, los días meses, los meses años y los años nunca pasaban, se
mantenían quietos, anulados por la fuerza que desprendió el encuentro…
Imaginaros
la locura y la cordura juntas conviviendo, una ríe la otra llora, una grita la
otra silencio, ahora tierra ahora aire, después agua después fuego, entonces las
cenizas y a chocar de nuevo…
© Juan Carlos Saceda
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