Dando
tumbos entre las mismas extáticas paredes que me ayudan a mantenerme erguido,
rebotando como un eco quejicoso con un plañir dolorido, sin llanto, con la
locura amancebada en la mueca del espanto…
Quién soy
me preguntaba y el silencio dijo:
-eres lo
que quieres ser mírate bien y verás cuanto…
Y no
recuerdo como llegué hasta aquí, miro y miro y no alcanzo, estoy ciego… y no se
lo que hago, escucho y escucho y no oigo, estoy sordo… cuando hablo de mí
empalidezco, me atraganto… ¿me acabaré encontrando si estoy mudo y mi aroma no
distingo?... Perdí el olfato…
Si queda
algo de lo que fui, de lo que pude haber sido de lo que nunca seré, de mi yo
escondido, quizá pueda salvarme y recuperar mis sentidos.
© Juan Carlos Saceda
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