Cultivo las letras inspirado por la belleza y en ellas me sumerjo para buscarte; desde allí te hablo con la certeza de no resultar inmune a tu corazón que se acompasa con mi latir trayéndote hasta mí. Grita fuerte para que oiga tu pensar, piensa intenso para que escuche tu sentir.
Una simple
ceniza, la de un finísimo papel, puede desequilibrar una balanza y darle
movimiento como una sonrisa en tu rostro cuando estás dormida puebla el sueño…
aunque tus ojos no puedan verlo.
Hoy he conducido durante
diez horas hacia el sitio del que quiero huir, es increíble la sensación de
estar alejándote cuando más te acercas… otra contradicción más de las muchas
que me alimentan.
Necesito
la noche tanto como morir a veces… sigue el rastro de mi aroma en tu cuerpo, arrópame
con tus labios y bésame hasta que me desconozca tanto que nunca me encuentre y el
pensar ya no exista y el vivir sea sentir y pueda desaparecer para siempre en
la sensación de tenerte.
Imparable
como el ritmo natural de una primavera que aún bosteza el mayo entrante,
recorre mi cuerpo el ansia de amarte… casi nací ayer, cuando aprenda a caminar
iré a buscarte.
Hoy
escribo desde esta celda que cobija a veces mi esqueleto, no me siento nunca
aquí ni creo que llegue a sentirme jamás yo, porque no lo soy, no en este
paréntesis de vida en el que abandono mi cuerpo a la inercia imparable de no
vivir, existiendo.