Cultivo las letras inspirado por la belleza y en ellas me sumerjo para buscarte; desde allí te hablo con la certeza de no resultar inmune a tu corazón que se acompasa con mi latir trayéndote hasta mí. Grita fuerte para que oiga tu pensar, piensa intenso para que escuche tu sentir.



viernes, 30 de diciembre de 2011

Amore




Te miro trabajar
sentada a mi lado,
a través de tu melena
diviso un perfil blanco
con matices nacarados,
el de una diosa que venero,
idolatro
y amo tanto,
que es la envidia
de afrodita,
de venus,
y otras deidades
de olimpos,
mares,
cielos,
nieves
y pensamientos enamorados
Me miras,
disimulo,
como si no te estuviera observando,
se me escapa una sonrisa
que te informa
lo que tengo reservado,
sonríes y me besas
con tus labios
en mis labios,
diciéndonos a la vez
te amo amore,
te amo… 

© Juan Carlos Saceda

jueves, 29 de diciembre de 2011

Azul



¿Qué temes de mí si te miro a los ojos cada vez que te hablo? Deberías ver en ellos la azulada luz de un amor puro que no pide nada a cambio y sin embargo desesperas, desconfías, y el lujo de la duda que nace en tu autoestima, me pone a mi en el filo de la espada que me clavas cuando hacia ti avanzo … mátame si eso te hace feliz o te llena de falsa seguridad mi asesinato, pero no pienso parar de mirarte, paso a paso, con los rayos azules de amor puro que te lanzo…

© Juan Carlos Saceda

Cierto




Increíble tamaño el de este amor que escala montañas nevadas que apuntan a un cielo que desde su cima alcanza, y se le queda también pequeño como los ríos con sus corrientes y sus saltos de agua; el mar a su lado es una gota que se disuelve en él con sus olas gigantes, sus icebergs, su inmensidad, sus mareas, con toda su sal y la vida que anida en los distintos niveles que sin capas abarca; pueblos, ciudades, países, naciones y continentes unidos sucumben al tamaño de la sombra enamorada que eclipsa el sol  y desde hace más de un año desborda el mundo y continua, no acaba…

© Juan Carlos Saceda

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Espera




Caminando por la senda
que seguían mis pasos
encontré una bifurcación
sin letreros ni señales
que avisaran su final
ni por donde pasaba
cada uno de sus tramos,
después de mucho pensar,
sopesar y hacer cábalas
con posibilidades tan inciertas
como cualquier lugar
donde no estamos,
decidí sentarme a esperar
que pasara alguien
y me informara
de lo que había
al otro lado
...

se me ha pasado la vida,
se me han pasado los años
y todavía me encuentro
en el sitio esperando…

© Juan Carlos Saceda

Fuego




Me arde la mente con el combustible fosilizado en la concavidad de los meandros de un cerebro convertido, ya, en la leñera de mi alma; calor de recuerdos tuyos rodeados de una conjugación perfecta: lascivia y amor, derramados en crestas nevadas por el flujo de los sexos, atentos a sus propias miradas, escrutantes, silentes para el resto, invisibles e inexistentes también.
El simple atisbo de un guiño detrás de los visillos, invita a franquear la puerta de una guerra de placeres, en la que ambos contrincantes ganan batallas de éxtasis y sudores mezclados con gritos ahogados por las bocas del corazón que los proclama y les calienta la sangre, hasta que hierve en el frenesí del fuego eterno, sin llamas, sin humo, con las ansias del deseo absoluto e imposible de frenar…  

© Juan Carlos Saceda

Inmensurable



Llegó la noche, testaruda, detrás de una densa niebla iluminada sin vigor, por la luz de las iridiscentes farolas ahítas de cansancio y desconsuelo.
Húmeda de deseo y celosa de sonrisas y placeres velados, me cantabas al oído tus temores infundados en rostros de belleza opaca a la claridad de tu visión, que siempre enfoca el absurdo volviéndolo entendible, asequible, llano y liso a mi paso; la sonrisa dominaba unos labios que hartos de besos querían más y más y seguían besando sin limites humanos que pudieran pararlos… tú, única en la inmensidad del aquí, del allí, del más allá, del infinito inmensurable por el sistema métrico conocido en los confines del abismo de las mentes que manejamos…

© Juan Carlos Saceda

martes, 27 de diciembre de 2011

Partícula




Heredero de una opinión castrada por el momento, aprendí a hablar afilando la expresión de los ojos, acentuando las mayúsculas, semejando los gritos de un mudo escritos en el papel del descontento; pero sólo me escuchaba mi propio silencio, cómplice de la atrofia que me encoge hasta disminuir mi voz, mi existencia, mi desarrollo, en la partícula más minúscula conocida en el firmamento.

© Juan Carlos Saceda

Bruma




Volando
por encima de la niebla
pude ver brillar,
al sol de tus cabellos,
la dorada piel
que envuelve tu cuerpo,
níveo reflejo,
blanca luz,
ojos claros,
pensamiento sereno;
me miras,
te miro,
sonríes para mí,
abrazo el torso
que despide tu pecho
con las manos calientes
de frio hielo
transparentes brumas
de querer sincero
dejan entrever
el amor que te tengo;
tú lo ves,
yo lo veo,
juntos gozamos
lindos momentos.

© Juan Carlos Saceda

Ese día




El día que entienda una mínima parte de mis propias oscuridades dejaré de quererme y buscaré otra persona a quien entregar el amor que me tengo, o quizá al dejar de vivir en el absurdo abstracto que supone mi existencia ya no quiera vivir ninguna otra y menos si esta me ciega con la luz de la clarividencia…
Bendigo en este momento el parche que me pusieron el día de mi alumbramiento, sellado con el rigor de la canícula primaveral y los dolores del parto que aun recuerdo, y también ahora reniego del yo que no soy y me niego a no serlo.   
 
© Juan Carlos Saceda