Tanta quietud disimulada
y mi cabeza dando vueltas,
nunca para,
vértigo y mareo de inoperancia,
inflexible conmigo,
amarga como la retama,
raíz de esto que digo
y de cuando callo,
hasta a no hablar
me obliga el alma
y a escuchar los rumores
que provocan tus aguas,
me mojo por dentro de oírte
sin conocer tu voz,
tu rostro,
tu vestir de fulana.
© Juan Carlos Saceda
Wowww, tremendo...bello.
ResponderEliminarSaludos.
Te gusta la clandestinidad Musa?
EliminarSaludos.
No soy clandestina, no oculto nada...este es mi seudónimo con el que me siento mas cómoda para opinar lo que me transmite cada poema.
ResponderEliminarPero si te molesta, no tengo inconveniente en decirte mi nombre, si lo crees necesario.
Saludos.
No me molesta para nada, Sólo hacia referencia al Poema...
EliminarSi te sientes comoda así, yo también...
Saludos!
Y referente al poema...a quien en un momento dado no le gusta la clandestinidad? Todo lo que no es monotonía...provoca.
ResponderEliminarGracias.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo, Musa, la clandestinidad provoca...
Eliminargracias a ti, siempre!!!
Saludos!