En el último rincón de un saber tan reducido como la
inexistencia habita mi mente, se entretiene jugando con la relatividad de lo
absoluto y dudando de su propia definición por lo innombrable que la acompaña… al
pronto, se acelera el corazón alterado
por un pensamiento y las pulsiones resuenan en la concavidad de mi cráneo
buscando mi escondite… mudo y quedo me mantengo hasta que la avalancha de
sangre en sequia deviene y luce el sol de nuevo…
© Juan Carlos Saceda
No hay comentarios:
Publicar un comentario