Tengo un deposito de amor,
incalculable,
brújulas,
sextantes,
cartas de navegación
y un bajel inmenso
hacen falta para explorarle,
y en el confín de su margen,
al llegar,
se ensancha más y más
haciendo un imposible el abarcarle,
Allí te gusta surfear,
entre sus olas salvajes
que te transportan a la playa
donde estoy esperándote
...
© Juan Carlos Saceda
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