Me vi como soy ahora en un espejo de metal blanco pulido por el tiempo; me
gusté tanto que yuxtaponiendo derecha e izquierda entré en la reverberación de
mi cuerpo consiguiendo imitar mi imagen y logrando convertirla en un reflejo
de mí, que me sigue mirando y asiente con el silencio de mi voz callada,
melodiosa y calma.
También te vi a ti conmigo y vagué por el mundo buscándote, caminando de
espaldas en una corriente vacua de fuerza y huera de sentido; vi el presente
desde los ojos de un ayer recidivante, continuo y estático y cambie la
dirección de mis pasos, dirigiéndome hacia ti, estabas en el interior del
espejo.
© Juan Carlos Saceda
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