Un impulso,
a veces,
puede más
que un pensamiento
meditado,
un momento de locura,
un acelerar continuo,
sin freno,
siempre cuesta
abajo,
con el vértigo
naciendo en el abdomen
en un giro,
en espiral
vuelta y
vuelta,
hasta que el cuerpo rota
con el eje del deseo atravesado,
de lado a
lado,
sin parar,
mientras estalla
en efluvios
que acompañan la quietud
y el
resuello enlentece,
poco a poco,
muy despacio…
© Juan Carlos Saceda
Pintura: “La espiral del amor” Autor: Leonid Afremov Cozumel
Ufff, cuanta sensualidad!
ResponderEliminarSaludos
Sensualidad en caida libre
EliminarSaludos!