La oscuridad del desconocimiento te alumbra con la
negrura de la osadía, una necesidad tan perentoria como irreal; la puedes ver
pero no existe, la puedes tocar pero es la ilusión de una imagen sesgada y
falsa lo que sienten tus manos sin saberlo, y si lo saben callan ufanas de ser
las únicas de este mundo que lo han conseguido, alimentando la mentira que no
es tal pues el dominio público sonríe ante tu estulticia que crece y crece sin
limites engordándote el vacío del cerebro que portas y que acabará enterrándote
en la nada más absoluta: tú vida…
© Juan Carlos Saceda
Retrato: Manuela Saenz
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