Llevé conmigo la pluma,
el pergamino y el secante,
hasta la punta de la estrella
donde subí para mirarte,
te escribo con luz propia
que emano para guiarte
en la noche de las noches
y librarte de los males,
que provoca la oscuridad
sin un sol que la aclare
también me llevé tu aroma
y no paro de respirarte,
hasta la punta de la estrella
donde subí para mirarte.
© Juan Carlos Saceda
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