Quizá llovía aquel día tan buscado,
pero el agua no nos calaba,
se apartaba al caer sin tocarnos,
extasiada de ver la magia
que emana de sólo mirarnos,
las palabras bailaban sensuales
y mas que oírlas se respiraban,
mezcladas con gotas fugaces
por los poros nos penetraban;
a pasión olía todo aquel día
hasta el agua que no nos calaba,
embalsada en el aire flotando
escuchando el sonido del alma
que emana de sólo mirarnos.
© Juan Carlos Saceda
No hay comentarios:
Publicar un comentario