Cultivo las letras inspirado por la belleza y en ellas me sumerjo para buscarte; desde allí te hablo con la certeza de no resultar inmune a tu corazón que se acompasa con mi latir trayéndote hasta mí. Grita fuerte para que oiga tu pensar, piensa intenso para que escuche tu sentir.



martes, 11 de octubre de 2011

Comienzo



Conozco un lugar en el que la densidad de las moléculas que lo conforman no deja pasar la luz del sol volviendo perenne la noche; yo viví allí, y la falta de visión cegó mis ojos de tal forma que tan sólo veía las imágenes de mi cerebro y, aún siendo etéreas como un suspiro conformaron el escenario de un deambular cansino y limitado.
Ráfagas de luz dorada venidas de Europa laceraron la oscuridad dejándose acariciar por unas manos que atrapaban los destellos confiriendo un paisaje de esperanza imposible, de sueño irrealizable que reverberaba cada noche acortándola cada día más.
Asimismo aparecieron letras que encerraban palabras mensajeras enmarcadas en un cerco también dorado, y con ellas viniste tú, dijiste mi nombre y acudí.
Al tocar tu cuerpo mis manos hablaron, y tú sin dejar escapar ni una letra, escuchaste las palabras dactilografiadas con mis dedos a lo largo de tu piel, cada caricia encerraba frases intencionadas creadas en un idioma exclusivo de los dos, un lenguaje que se interpreta por la sutileza del contacto y en el que no hay lugar a equívoco ni posibilidad de malentendidos:
-Nunca nadie ha significado lo que tu significas para mí, podrías hacer de mi lo que quisieras, mi vulnerabilidad te pertenece; quiero ser todo para ti, necesito que seas toda mía. Cuídame por favor me puedo morir de pena si no te tengo.
-Soy tuya, te necesito, quiero estar contigo, en tu boca, con tu aroma, comiéndome tu mirada y tu sonrisa, haciéndote el amor...

La conversación se prolongó 
durante un espacio incomputable, 
en el que tanto 
y tan bonito nos dijimos, 
que resulta inenarrable.
Con los ojos aun ciegos, 
amé tu libertad 
porque te amaba, 
y celebré existir en tu vida                
porque me alumbraba. 


© Juan Carlos Saceda

2 comentarios:

  1. Con los ojos aun ciegos,
    amé tu libertad
    porque te amaba,
    y celebré existir en tu vida porque me alumbraba.

    Esta parte del poema es donde demuestra todo el amor hacia la otra persona.
    Una maravilla.
    Que bien escribes me gusta siempre que leo algo tuyo.

    un fuerte saludo

    fus

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  2. Un amor increible por su fuerza y su tamaño...

    Muchas gracias por comentar y por tus comentarios Fus!!!

    Un fuerte abrazo!

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