Se cuecen pócimas secretas en estos anocheceres tempranos
que anuncian fríos de blanco pétreo revestidos;
lechuzas mensajeras cabalgan en su vuelo las túnicas de un cobijo
retraído al tiempo, descuidado de vicios por el vicio mismo.
Ojos brillan en la oscuridad delatando intereses sucios
de envidias y quereres vedados por falta de anhelo; el silencio invoca al
oprobio desidioso de quejas y lamentos vanos.
Vestidas de halagos las brujas mimetizan el odio al mundo,
con almas vacías regaladas en manzanas de un mordisco, que solo sacian hambres
fatuas, y la sed esconden en bebedizos…
© Juan Carlos Saceda
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