El día que entienda una mínima parte de mis propias
oscuridades dejaré de quererme y buscaré otra persona a quien entregar el amor
que me tengo, o quizá al dejar de vivir en el absurdo abstracto que supone mi existencia
ya no quiera vivir ninguna otra y menos si esta me ciega con la luz de la
clarividencia…
Bendigo en este momento el parche que me pusieron el día
de mi alumbramiento, sellado con el rigor de la canícula primaveral y los
dolores del parto que aun recuerdo, y también ahora reniego del yo que no soy y
me niego a no serlo.
© Juan Carlos Saceda
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