¿Por qué temes mis miradas? Te blindas con palabras,
saetas quejicosas, que me lanzas, con la vista fija en mi pecho, desde los
renglones sesgados del cuaderno que usas como parapeto; ¿es fácil verdad?, tú
allí, yo aquí y las letras volando a mi encuentro…
A mi me preocupa tu miedo, aunque he de reconocer, que
lejos de debilitar, refuerza el ego de un triunfo claro y no es el tuyo…
Si te cierras a esto que te ofrezco te niegas a tu deseo,
déjalo vivir libre y sin ataduras anudadas por el desconcierto, que coma y beba
hasta hartarse del pesebre de la cuadra de mis sueños.
© Juan Carlos Saceda
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