Tenía hambre pero no quería comer, quería comer pero temía que la manzana desapareciera una vez deglutida. La miraba una y otra vez sintiendo como se deshacía en su boca, notaba como se adaptaba a sus labios cuando mordía su carne, al cogerla con las manos la suavidad de su tacto y el latido de su corazón alteraban su animo provocando una pasión que despertaba su instinto animal... Habló con ella acariciándola con suavidad y dejándose llevar por los matices de su colorido rostro, los temores que albergaba se hicieron comunes aumentando el deseo que desbordaba, ya, los limites impuestos deslizándose por sus cuerpos como un mar de lava, abrasándoles con un fuego lacerante de placer doloroso... Quería huir, esconderse de su naturaleza, desterrar su sentir viajando lejos de su alimento pero permanecía inmóvil esperando su llamada...
Hambre y alimento convivían muriendo de desnutrición por respeto al amor que les unía...
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