Tienes el don de la sorpresa oportuna, te dejas ver con la originalidad que te define a simple vista; transparente como el aire, se te puede respirar cuando tu voz canta y te dispersas por el mundo desde el fondo de tu garganta; también se te puede oír cuando tu rostro levantas y la sonrisa que exhibes vocaliza tu llamada; y es que me gritan tus ojos, cuando a los míos reclaman, y una vez que se cruzan y disfrutan de sus miradas, nos apaciguamos los dos sabiendo que estamos ahí, para lo que haga falta.
Fue bonito conocernos un día cualquiera de nuestra vida cotidiana, y empezar a hablar los dos como si de una conversación no acabada se tratara, una charla que nunca empezó y que nunca se verá terminada…
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