Estaba tumbado en el sofá de mi casa conjugando mentalmente el imperativo del verbo erguir cuando llegó tu mensaje, su lectura te trajo hasta mí, las letras formaron tu rostro y en tus ojos se reflejaba mi mirada; escuchaba las frases mientras tu sonreías observándome con deseo, abrazándome con tus palabras, susurrándome los miedos que recorren tu cuerpo, confesando sentimientos nacidos en el corazón...
La impronta de tu imagen comparte mi vida acompañándome allí donde voy, desterrando temores nacidos con la soledad que provoca tu ausencia.
Me acurruco en tu seno alimentándome de ti, ahogando la sed con tu boca cuando pronuncias mi nombre, sintiéndome inmune a todo lo que no seas tú...
Pasa el tiempo y la distancia se desvanece ante nosotros, las fuerzas del destino aliadas con el inconsciente conjuran anulando la razón y propiciando la unión que anhelamos; la sincronía de nuestros pasos y el deseo que nos envuelve, orquestarán un encuentro que no podremos evitar...
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