El camino que trazan mis lagrimas te traerá hasta mi boca donde te aguardo viviéndote sin esperar, gozando de ti sin tu presencia, disfrutando del éxtasis interminable que supone conocerte, escucharte, sonreír tu sonrisa, comer de tu mano con unos labios hambrientos de ti.
La sal que derraman mis ojos forma tu nombre en mi rostro marcándome tuya, para ti; sólo tú existes en mi tu mundo: nadie puede ver lo que tú ves cuando me miras, nadie puede sentir lo que tú sientes cuando te abrazo, nadie puede escuchar lo que te digo con los labios humedecidos por los vapores que exhala mi cuerpo en tu presencia, nadie me ha tenido nunca como me tienes tú.
© Juan Carlos Saceda
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