Estoy solo, el calor de tu voz me dejó hace tiempo, cierro los ojos o quizá los abra, ya no lo diferencio; te veo, me estás escribiendo, alguien a tu lado te dicta el texto, ¡pero espera! Eres tú la que te hablas, ahora lo entiendo…
Tengo claustrofobia del mundo cuando no estás, se me
oprime el pecho y el respiro decrece y te imploro unas palabras de aliento que
calmen este encierro, ¿porque no hablas mi amor?
A la orilla de un manantial de aguas de vida sin ti me
seco, riega esta raíz que se nutre de tus voces, que para extenderse necesita
sentir tus emociones que el silencio marchita y entristece y me sumerge en un
mar de conmociones.
© Juan Carlos Saceda
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