Quise ser sublime, bordar mi vida con manos de sabia
hilandera, pero adolecía del saber que las hace imperecederas; cogí los hilos,
las agujas y la tela, y un gato me miraba sonriendo mi torpeza; destrozos
abstractos, hilvanes mal dados, jirones de tela composición vana por floja, por
creer que es verdadera…
Recordé recuerdos, reviví escenas, vi triunfos, trofeos,
medallas, felicitaciones y enhorabuenas pero eran imágenes falsas de deseos
fallidos que nunca fueron y volvió la pena a acariciarme el día, nunca me deja,
mi más fiel compañera.
Juan Carlos Saceda
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