Os quiero a las dos, no podría estar con una sin el
conocimiento de la otra, la infidelidad no va conmigo, tampoco podría escoger;
los tres completamos un triangulo equilátero perfecto que sin uno de los lados
deja de existir por su propia definición; dos rectas nunca encierran un área y
una sola está condenada a la eternidad…
Juan Carlos Saceda
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