Una llamarada de luz acabó con la
oscuridad, él estaba allí, era tal la luminosidad que no existían las sombras,
esto le entristeció y pensó en la noche: sombra de luz sesgada, negrura
iluminada por luces estelares, objeto unidimensional que pulula sin ser visto
por ojos que la miran acechantes, bruja de ébano con los dientes de oro que
recorre el mundo en una escoba de carbón...
Juan Carlos Saceda
No hay comentarios:
Publicar un comentario