Con mi propio amor envuelto
sorprendí a tu ser abrazándome,
y los montes del ensueño
entre avalanchas de tempestades
blanqueaban de nívea faz
emitiendo broncos gritos guturales,
traspasé el umbral del deseo
con fuerza y sin voluntad
tentado de eterno placebo,
los relámpagos iluminaban dentro
las nubes tronaban fuera
la tormenta dio comienzo
Juan Carlos Saceda
No hay comentarios:
Publicar un comentario