Aún siendo invisible he notado el azote de las miradas que me desaprueban, círculos
cerrados con gruesas llaves de indiferencia forjadas, en las que con lágrimas desesperadas
queda mi marca tallada, seres a los que el desprecio les hace exclusivos de
sentimientos que no sean manada, que se rebozan en el maniqueísmo siendo ellos lo
absoluto y relegando al resto a la nada.
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