Umbría cuesta a tus espaldas
espejeada por charcos de sudor
que reflejan verdades
de mi esforzada alma,
dolientes espadas sin filo
cortando una piel
que ya no sangra,
seca por el sigilo sin nombre
que sin parar de hablar
siempre calla;
acudo a ti sin oírme nombrar
desechas mi rostro,
aborreces de mí,
me apartas tu mirada
sólo porque la mía
pone en duda
lo que defiendes
a capa y espada;
y ese charco de pared
que refleja mi alma
despliega tu doblez
mostrándote llana…
Juan Carlos Saceda
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