Despertar de luces rojas y sirenas en un mar de hielo y
tierra, con islas de esperanza pétrea que el agua nunca anega; lloros, gritos, carreras;
lenguas candentes, viperinas, venenosas de fuego, lacerantes de ardor interno…
el llanto de un bebé disipa la duda y arma la entereza con el valor de una vida
que hoy no me pertenece, es suya.
© Juan Carlos Saceda
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